Andrés Avila Armella[i] y Eduardo Victoria Baeza[ii]
El actual conflicto bélico suscitado en Ucrania ha tomado por sorpresa a aquellos intelectuales tanto liberales como socialdemócratas que nos habían dicho que el mundo se había vuelto para siempre un lugar donde el libre comercio reinaba sin mayor contradicción y que sólo quedaba insertarse de algún modo en él, ya sea abrasando el libre comercio, o limitándose a resistir de formas locales en busca de un lugar digno dentro del mismo. Ahora que la metralla y las bombas resuenan nuevamente en Europa, lucen su desconcierto y buscan atribuir las causas de la guerra a factores meramente incidentales, como lo son las aspiraciones personales de uno u otro gobernante o el mero acelere de los gobiernos, queriendo aparentar que se trata de excepciones o hasta errores de la historia. A continuación, expondremos algunas notas basadas en el análisis que desde hace años la comisión internacional del PCdeM[iii] y su Comité Central hemos venido realizando con base en los elementos que Lenin expuso hace ya más de cien años para entender la relación entre el Imperialismo y la Guerra[iv].
I.
La principal causa del actual conflicto entre Rusia y Ucrania (ya convertido en guerra) es el imperialismo, y esto va más allá de la vocación imperial de un estado u otro, llámese Estados Unidos, Rusia o Gran Bretaña; el imperialismo como etapa del capitalismo lleva entre sus características una despiadada e irrenunciable competencia a muerte por el control de las fuerzas productivas y de todo lo que permita la dirección de la economía monopolizada a nivel mundial.
Podríamos preguntarnos si la guerra la empezó Rusia, Ucrania o la OTAN[v] y podríamos contestarnos esta pregunta de diferentes formas. Si nos ponemos como fecha de inicio la expansión de la OTAN hacia el este podemos contestar que fue esta quien lo inició, si ponemos como fecha los ataques xenófobos a la población civil ruso-parlante en Ucrania podemos decir que fue este país que lo inició y si ponemos como referencia la operación militar contestaríamos que fue Rusia quien comenzó. Como podemos ver la respuesta se acomoda según la retórica conveniente.
En un mundo imperialista, ¿Es sensato esperar que la OTAN renuncie a su expansionismo militar o que Rusia como potencia energética y militar regional permita que amenacen su posición estratégica? Reiteramos, en un mundo imperialista ¿Es sensato que un gobierno impuesto por la OTAN no haga maniobras para favorecer la posición de sus patrocinadores? La respuesta cae por su propio peso y lo no sensato sería esperar otra cosa. El conflicto en el imperialismo es permanente y la guerra siempre será una forma para dirimir en última instancia los conflictos entre bloques.
II.
Vale la pena recordar que la OTAN fue construida y liderada por EEUU cuando tras la Segunda Guerra Mundial, los bloques imperialistas se vieron forzados a unirse en uno solo para enfrentar al socialismo y detener la oleada revolucionaria mundial. El bloque imperialista se impuso, venció y construyó por años la apariencia de lo que algunos autores llamaron la globalización y otros el sistema mundo, una especie de bloque unipolar liderado por EEUU. Pero como el imperialismo es conflictivo hacia afuera y hacia adentro, la unidad imperialista se rompe cuando algún estado o bloque pretende rebasar a los otros.
La prudencia no es propia del imperialismo y para ellos la vida humana es un valor inexistente. Bidennos adelantó en su campaña presidencial la posibilidad de un escenario bélico (conveniente por cierto para el conglomerado militar estadounidense y europeo que siempre debe justificar miles de millones de dólares en gastos) y optó por afianzar una alianza regional anti-rusa en lugar de convertir a ese país en su aliado en Europa del este. Irónicamente esta decisión minó el control estratégico que la OTAN y EEUU tenían sobre Rusia.
Vale la pena aclarar para quien se ha confundido, el estado ruso actual no es la Unión Soviética, de hecho, la actual Rusia se construyó en oposición a la URSS intentando retomar el camino del imperio ruso[vi]. Vladimir Putin no sólo no es un continuador de la política soviética, sino que estuvo entre sus detractores y liquidadores, él y su camarilla pertenecen a la élite de burócratas ambiciosos que se aliaron con Washington para impedir el regreso de socialismo en la región. Este grupúsculo operó a favor de EEUU y la OTAN desde la etapa soviética y promovió un nacionalismo y un fanatismo religioso como antídoto anticomunista, mismo que la CIA supo identificar y aprovechar en su combate contra el Marxismo-Leninismo.
La historia de los imperios está llena de contradicciones, y la historia del Imperio ruso no es la excepción, sin embargo, negar los lazos históricos y el origen común entre rusos y ucranianos es un despropósito, los pueblos de Rusia y Ucrania no son enemigos, y sólo aparecen como tales cuando las ambiciones de los grupos dominantes respectivos alientan dicha enemistad. La historia nos muestra que Kiev y Moscú tienen una vieja trayectoria de riñas y alianzas en donde las élites dominantes siempre han usado a la población trabajadora y campesina como carne de cañón.
III.
Vladimir Putin en su discurso del 24 de febrero (y como ya lo ha hecho en muchas ocasiones) trata de culpar a Lenin y a los Bolcheviques por el desmembramiento territorial de lo que fue el imperio ruso, pues considera que fue inadecuado haberle reconocido nacionalidad y autonomía a los pueblos que conformaron la Unión Soviética, mismos que habían sido conquistados y sometidos por el zarismo. Putin de mala fe, se olvida de mencionar que el imperio ruso ya estaba en una profunda crisis antes de la revolución bolchevique y fue justamente en esa época que dichos pueblos gestaron un odio a la opresión zarista. El internacionalismo de la URSS y de Lenin permitió que los pueblos hermanos de distintas nacionalidades, incluyendo Rusia y Ucrania por fin convivieran pacíficamente libres de la manipulación imperial.
Sobran pruebas públicas para demostrar como occidente ha financiado organizaciones fascistas en Ucrania que desde el golpe del 2014 controlan el gobierno y reprimen salvajemente a quienes se han opuesto a ellas. Los nacionalistas fascistas de Ucrania han promovido la respuesta defensiva de grupos y sectores de la población que no se oponían a ser parte de Ucrania ni en la época soviética ni en los primeros años de vida independiente de esta.
La agresividad fascista sobre estos sectores motivó a los pueblos de Donetsk y Lugansk a formar milicias de autodefensas que se proclamaron en repúblicas populares independientes cuyos dirigentes han afirmado su simpatía hacia la unificación. Si el estado ucraniano perdió hegemonía sobre la población de Donnbass no fue por injerencia rusa, sino por la exclusión emanada del eje nacionalista y por su incapacidad política y militar cuyo exponente más visible en la actualidad es el comediante convertido en presidente (Zelenskyy) impuesto por la decadente democracia burguesa que se esfuerza mediáticamente por hacerlo ver como un héroe mundial.
IV.
Merecen un reconocimiento aparte los pueblos de Donetsk y Lugansk quienes en medio del conflicto geopolítico imperialista resisten valerosamente pagando el costo de esta guerra desde hace más de ocho años. En sus regiones la guerra no comenzó en febrero del 2022 y las imágenes de edificios destruidos, atentados, ataques de artillería, civiles heridos y muertos han sido recurrentes. Nadie en occidente reclamó por las atrocidades de las que fueron objeto a manos de grupos nacionalistas y del ejército ucraniano.
Las repúblicas populares habían sido un tema incómodo para el gobierno ruso porque ve en sus dirigentes independencia política y en muchos momentos simpatía con la formación soviética, razón por la cual no procedieron como lo hicieron en Crimea hace unos años.
Putin señaló que Donnbass se había convertido para el gobierno de Ucrania en una moneda de cambio[vii], pero no señaló que también lo había sido para su propio gobierno y cabe preguntarnos, ¿Qué habría pasado si Ucrania hubiera accedido a no aliarse con la OTAN a cambio de abandonar a su suerte a las repúblicas populares? Por ahora las repúblicas populares han tenido que aceptar un mal menor que es el reconocimiento y la alianza con la Federación Rusa, pues caer en manos de Ucrania o la OTAN le significa una condena a muerte.
Hasta ahora el ejército ruso tiene una clara ventaja toda vez que la OTAN no ha intervenido directamente a favor de Ucrania. El “heroísmo bélico” de los nacionalistas que se pregona en las redes sociales y medios de comunicación afines a la OTAN es una mentira patética, probablemente en pocas semanas las guerrillas de Donetsk y Luganskjunto con el ejército ruso controlarán absolutamente el escenario militar, pero como reza la máxima: -Se puede saber cómo iniciará una guerra, pero nunca como terminará-.
Creemos que en el corto plazo Rusia tiene el en tablero las siguientes posibilidades:
A. Instalar un gobierno aliado y controlar militarmente a Ucrania.
B. Obligar a Ucrania a firmar un acuerdo de paz en donde ambos ofrezcan garantías.
C. Dividir a Ucrania en repúblicas separadas, cuyos gobiernos sean compatibles con la geopolítica de Moscú.
D. Destruir la capacidad militar y económica de Ucrania, dejándola inoperante como enemigo.
Por su parte la OTAN valora en estos momentos la posibilidad de escalar su participación militar directa y pone en acción todas las armas económicas y diplomáticas que tiene a su alcance para que Rusia se desgaste y preparar un contraataque.
V.
Ni la OTAN va a renunciar a la supremacía, ni la federación rusa va a renunciar a su parte del botín y por eso como clase debemos estar pendientes de los sucesos y no dejarnos llevar por la narrativa burguesa, siempre hay que tener presente que el imperialismo en su infinita ambición y soberbia ha causado muerte y destrucción a la humanidad.
El nacionalismo dirigido por las élites es un poderoso enemigo de los pueblos y hoy como ayer resulta importante recordar las reflexiones de Lenin acerca del nacionalismo, el social chauvinismo y el internacionalismo, mismas que provocaron acaloradas discusiones en 1915 cuando Lenin perfiló correctamente que un nacionalismo no se combate con otro, sino con internacionalismo y con un combate decidido de las fuerzas revolucionarias de cada país en contra de sus propios opresores. No se trata de elegir con qué bloque imperialista estar, sino de encontrar la forma de combatir el imperialismo, y para hacerlo es importante desmarcarse de las lecturas sentimentalistas y nacionalistas que ofrecen los grandes medios de propaganda imperialista, así como de las lecturas incompletas y facciosas de la intelectualidad pequeñoburguesa que promueven un pacifismo moral. Por ello es que hoy como hace poco más de cien años, en medio de la Primera Guerra Mundial, es importante recordar la consigna ¡Ni guerra entre los pueblos, ni paz entre las clases!
[i] Secretario General del Partido Comunista de México (PCdeM). Sociólogo y Doctor en Estudios Latinoamericanos por la UNAM donde actualmente labora como Profesor de Asignatura.
[ii] Responsable de la Comisión Internacional del PCdeM, sindicalista y periodista.
[iii] Partido Comunista de México (PCdeM) www.partidocomunistademexico.org
[iv] No solo nos referimos al célebre libro llamado “El Imperialismo fase superior del capitalismo”, referencia obligada en el tema, sino en el sinnúmero de textos escritos por Lenin durante los años de la Primera guerra mundial, en donde analiza factores como la bancarrota de la socialdemocracia, el nacionalismo ruso, el chovinismo y la guerra como tal.
[v] Organización del Tratado del Atlántico Norte (Por sus siglas en español)
[vi] La aclaración se hace necesaria tanto para quienes ven con entusiasmo el accionar de Putin por considerarlo algo parecido a un líder soviético, tanto para quienes en ánimo de combinar la ruso-fobia con el anticomunismo, sugieren dicha continuidad.
[vii] https://actualidad.rt.com/actualidad/420842-putin-mensaje-nacion-reconocimiento-republicas
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