Por Andrés Ávila Armella
Secretario General del Partido Comunista de México
Muchas personas se preguntan por qué en México no ha habido una Revolución, o cuando menos una rebelión de grandes proporciones, analistas mexicanos y extranjeros han sobreestimado la capacidad de reacción del pueblo mexicano en cuanto a su capacidad para detener un proceso de pérdida de la soberanía nacional cuasi completo, las reaccciones ante ante las reformas estructurales no tuvieron la fuerza necesaria para frenarlas y pareciera que cada vez estamos más acostumbrados a la corrupción y los crímenes que suceden desde el poder y los hemos asimilado como normales.
Por otra parte, pareciera que sorprende también, a propios y extraños la capacidad de algunos sectores populares en México de responder ante ciertas circunstancias, pues muchas de las luchas de resistencia de las últimas décadas, aparecieron y crecieron ahí donde no se esperaban.
Pasamos por un nivel de la lucha de clases en México en donde se ha aumentado la presión socioeconómica sobre distintos sectores de la clase trabajadora y de los campesinos, la corrupción es escandalosa y distintos niveles del Estado pasan por una crisis de legitimidad; las luchas de resistencia a varios niveles son numerosas, pero siguen luciendo aisladas y con poca perspectiva de la generalidad en la que se encuentran; por otra parte, existe la idea ampliamente extendida de que el sistema no funciona y que hace falta una rebelión también de carácter nacional. Pero esto se enfrenta a la contradicción de que no surgen los escalones intermedios entre los procesos de resistencia locales y/o gremiales, y la rebelión generalizada, de tal suerte que dichos movimientos de resistencia encuentran poca solidaridad y ha sido muy limitada la posibilidad de pasar de un escenario de resistencias a uno de Revolución.
Los movimientos de resistencia buscan solidaridad para su causa, pero no suelen ser muy solidarios con otras causas, a veces porque no hay la conciencia subjetiva de esa necesidad, y otras veces porque objetivamente carecen de elementos materiales para concretarla. Incluso, las instancias de coordinación gremial, sectorial o regional, han sido muy limitadas en su capacidad de plantear demandas políticas que sean asimilables por todos sus componentes y que sean sostenidas en períodos de movilización más largos y estructurados.
Para completar esos escalones, es necesaria la intervención de fuerzas políticas que tengan la capacidad de leer la subjetividad de la clase trabajadora y del pueblo trabajador en general, y que al mismo tiempo conozca los elementos sustanciales de la realidad objetiva para poder plantear acciones concretas con base en una lectura abstracta y concreta de la realidad. Sin embargo, las fuerzas políticas que se han planteado la posibilidad de dirigir un movimiento nacional que modifique, cuando menos en lo superficial, la forma en que se está rigiendo el poder actualmente en México, y que modifique en algo la forma en que se produce y se distribuye la riqueza, han gozado de simpatía, pero han carecido de la fuerza necesaria. En ese plano podemos ubicar tanto al movimiento lopezobradorista, al congreso social por la nueva constituyente, lo que fue la otra campaña, etc. Cada uno con sus diferencias en cuanto a la profundidad de sus planteamientos pero que justamente comparten la característica de haber carecido de la fuerza necesaria para cumplir sus objetivos ¿Pero de dónde brota la fuerza?
Las fuerzas políticas no pueden inventar fuerzas sociales, estas brotan de procesos históricos que están relacionados a sus condiciones materiales de existencia y a las contradicciones que explotan en contra de otras clases o sectores de la sociedad. Identificar, alimentar y dirigir a una fuerza capaz de transformar una sociedad, aun superficialmente, no suele darse por casualidad. Es necesario que una fuerza política o bien un partido político se comprometa principalmente con una clase o sector de clase, sintetice un programa capaz de ser realizado y además se conjugue con los deseos y expectativas de quienes pretende representar.
Quienes dicen representar a TODOS por igual suelen ser demagogos, o bien puede ser la mera expresión de la pequeña burguesía quien estando en una posición intermedia en la lucha de clases, pretende negarla y colocarse como el justo medio de todo, reflejando tanto su miopía como su cobardía política. El que pretende hacer política sin tener enemigos está condenado al fracaso histórico. Aun cuando se hagan llamados a la sociedad en general, cada fuerza política apuesta a un sector en particular de ella para dirigir al resto, y debe hacerlo firmemente. Por ello los llamados a la “sociedad civil” o al “pueblo de México” son tan repetidos como desgastados y no atraen la atención de nadie.
Así también los llamados a una clase o sector de ella, abierta o veladamente, pueden estar tan repetidos y desgastados si no se traza correctamente una táctica que permita vincular la coyuntura con la historia, lo urgente con lo necesario en términos de procesos más largos de acumulación de fuerzas que tiendan a revolucionar la sociedad. En nuestro trayecto organizativo nos hemos encontrado con otras fuerzas políticas que parecen convencidas de que la repetición de sus buenas intenciones las hacen más claras políticamente; tanto quienes nos han dicho que nuestro planteamiento al ser dirigido a la clase trabajadora es excluyente porque la sociedad es más grande y compleja que eso, hasta quienes nos exigen que no nos podemos salir ni un milímetro de lo que ellos plantean como la interpretación más acertada del marxismo. Lo que nosotros hemos podido apreciar es que ni los supuestos “incluyentes” influyen en sectores grandes de la sociedad, y sólo suelen despertar la simpatía de la pequeña burguesía, ni los marxistas fantasiosos quienes están más cargados de nostalgia por experiencias y personajes que de estrategia revolucionaria llegan a acercarse a la clase trabajadora.
Nosotros, hace seis años decidimos volver a fundar el Partido Comunista de México, el cual está decidido a organizar una Revolución Socialista que cambie el rumbo de toda la sociedad mexicana, entendemos que por vivir en la época del capitalismo, tiene que ser la clase trabajadora el actor clave de la misma, pero que en ella han de participar e incidir otros sectores explotados y oprimidos del país que también claman por justicia. Nuestro enemigo principal es la burguesía imperialista, pero lo es también la burguesía en general, y sabemos además que tendremos que enfrentar la reacción y la ira de los sectores retrogradas de la pequeña burguesía y de instituciones rancias y grupos sectarios que anhelan una sociedad semifeudal.
La fundación y el desarrollo de nuestro partido no se da por capricho de quienes lo hemos hecho hasta ahora, simplemente nos hemos apuntado a realizar una tarea que es insustituible, y sabemos además que el cumplimiento de esta tarea no puede conformarse con lo anecdótico de algunos momentos, sino que en su momento habremos de rendir cuentas a la historia y otros que vengan adelante tendrán que decir cuál fue nuestro papel en el proceso de transformación revolucionaria de la sociedad.
En estos momentos somos conscientes de que antes de dar la batalla final, habrán que darse muchas batallas más, que debemos acompañar al pueblo trabajador en otras tantas luchas y ser partícipes de cada una de ellas. No podemos reservarnos un lugar especial en la historia si no somos capaces ahora de resistir ante las embestidas de hambre, violencia, racismo, discriminación a muchos niveles, machismo, explotación y despojo que se están viviendo actualmente, y en medio de toda esa diversidad de injusticias y procesos opresivos, tenemos que mantener nuestra posición firme de promover la unidad de todo el pueblo trabajador y explotado bajo un programa de revolución proletaria y saber construir los eslabones entre estos procesos para que la tensión al interior del pueblo disminuya y se concentre la fuerza en el enemigo común que es la clase capitalista.
Por lo pronto sabemos que no podemos hacer dicha tarea histórica solos, y es por ello que buscamos la unidad con quienes comparten, además de nuestro análisis, nuestras ganas y nuestro compromiso para cumplir con esa misión histórica, por lo que invitamos a más luchadores sociales a sumarse a nuestras filas y así hacernos más fuertes, así como también invitamos a cada sindicalista honesto, a cada campesino combativo, a cada estudiante comprometido con la causa del proletariado y a todos los explotados y oprimidos del país, a cubrir su puesto de combate en cada trinchera de lucha, pensando en la victoria de cada una de las batallas que están dándose hoy en día, pero apostando a que estas luchas se junten en una sola que tenga la capacidad de derrocar a quienes hoy nos oprimen con su poder y nos explotan con su riqueza y podamos tomar el futuro en nuestras manos.
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