Con estatua al charro mayor

Recompensan la histórica sumisión de la CTM

CTM

Diego Fernán

Para celebrar sus 79 años, el pasado 24 de febrero, el conocido charro de viejo colmillo, Joaquín Gamboa Pascoe, develó una estatua de sí mismo con valor de medio millón de pesos, financiada por el sindicato de la Chrysler, en las instalaciones de la Confederación de Trabajadores de México. La maniobra implicó remover los bustos de sus padrinos políticos Fidel Velázquez y Leonardo Rodríguez Alcaine, los cuales fueron colocados en el Auditorio Fernando Amilpa (cuyo nombre es el del patriarca del charrismo mexicano).
Después de derretirse en pleitesías para sus antecesores, Gamboa Pascoe afirmó con demagogia patriotera que los sindicalistas que dirige no invadirán las calles desprestigiando al país, pues respetan la relación justa con los empresarios. De ese tamaño son las declaraciones y hechos que reflejan una larga historia de traiciones de la CTM a la clase trabajadora en México, cuyo nacimiento conviene recordar.
Durante el Congreso Constituyente de la CTM (1936-1937), la mayoría absoluta de los delegados votaron por Miguel Ángel Velasco para Secretario de Organización, quien era un antiguo comunista y dirigente de la Confederación Sindical Unitaria (CSUM), conocido por los movimientos huelguísticos que había logrado en Michoacán, con obreros agrícolas. En reacción a este triunfo, la Confederación General de Obreros y Campesinos de México (CGOCM), fundada por Vicente Lombardo Toledano, amenazó con abandonar el Congreso si no se retiraba la candidatura de Miguel A. Velasco para que pudiera ser sustituida por la de Fidel Velázquez. Ante la posibilidad de una división de la naciente CTM, Valentín Campa y David Alfaro Siqueiros, que eran delegados de sus respectivos sindicatos de ferrocarrileros y artes gráficas, propusieron colocar a Velasco en la Secretaría de Educación para disminuir así el chantaje oportunista.
Sin embargo, los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) reiteraron su apoyo a Velasco encabezando el grito de ¡No!, junto a otras cámaras y federaciones de toda la República. Así, el SME actuaba en congruencia con su historia de reuniones sindicales y huelgas convocadas desde 1935, enfatizando la necesidad de luchar con una perspectiva de clase ante los embates de los líderes reformistas que comenzaban a ganar posiciones en el auge del Maximato. Esta misma congruencia llevaría a los electricistas a realizar, en septiembre de 1942, un homenaje a los soldados soviéticos caídos en la defensa de sus ciudades durante la Segunda Guerra Mundial, acto que contó con la presencia de Pablo Neruda y Efraín Huerta.
Finalmente, la presión de los poderes que emanaban desde Palacio Nacional omitieron la decisión del proletariado en la fundación de la CTM, imponiendo a Fidel Velázquez, lo que marcó el inicio de la política reaccionaria priista de represión y debilitamiento del movimiento obrero, tareas que hoy encabeza Joaquín Gamboa Pascoe y que se materializan en el despido de miles de trabajadores del sector petrolero y en la reforma del artículo 123 constitucional.
El rechazo del SME a Fidel Velázquez en la fundación de la CTM y su apoyo a la primera república socialista, son razones de sobra para que las recientes gerencias azules y tricolores de Los Pinos anhelaran durante largo tiempo su destrucción. En el reverso de la medalla, la sumisión de los dirigentes que se entronizaron en la CTM desde entonces ha sido pagada con estatuas millonarias, vidas de lujos e impunidad a toda prueba, como lo demuestra la celebración del cumpleaños 79 de Gamboa Pascoe.
Por eso, aunque nos ganemos el odio de los patrones y no nos regalen monumentos, al contrario de lo que piensa este viejo charro, los comunistas insistimos en que, cuando la clase obrera sale a las calles a exigir reivindicaciones elementales – aumento salarial suficiente, trabajo garantizado, incorporación al Seguro Social, etc.- de ninguna manera desprestigia al pueblo mexicano, sino que, por el contrario, lo encamina por la vía adecuada para mejorar sus condiciones de vida y poner fin a la explotación burguesa.

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