CONTENIDO
Elecciones 2012: terminó la “fiesta de la democracia”… ¿y ahora qué?; Entrevistas con trabajadores del SME y del Servicio de Agua Potable de Yautepec; Alto a las agresiones en Cherán; Victoria en la Universidad Indígena Intercultural de Michoacán; Las mineras en México… Explotación, robo y degradación ambiental; 26 de Julio: Cuba, una verdadera democracia; Lucha franca y de ruptura contra los que venden Grecia; ¿Cómo responder a la represión y a la criminalización?; Urge la unidad de los comunistas; Modotti: Mujer, revolucionaria y artista; ¡No a las guarderías subrogadas!; Las migrantes, en extrema vulnerabilidad; Lenin y Marx hablan acerca del estado.
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EDITORIAL
Desde la reforma política de 1977, el régimen ha intentado canalizar todas las energías sociales hacia las elecciones. Intentando encauzar las potencias disruptivas del justo reclamo democrático, se construyó un complicado edificio de normas e instituciones consideradas como las únicas legítimas para disputar el poder. En este orden de cosas, es notable que el “desmantelamiento pactado” del antiguo régimen o la “reforma democrática controlada” no sólo fueron avalados por el PRI, sino impulsados desde las altas esferas del gobierno, que así cumplió con esa vieja máxima del gatopardismo: cambiar un poco para que nada cambie, con lo que garantizó su permanencia y evitó un desplome abrupto o revolucionario, que era un escenario posible en el tramo histórico que va de 1968 a 1976.
Una idea central en este esquema dirigido a perpetuar lo fenecido es crear la ilusión de que en las elecciones se deciden cosas fundamentales para toda la nación. Otra, es hacer que los “ciudadanos” se abstengan de la política el resto del tiempo y sólo consideren participar un día del año o del sexenio. Una idea más es que pensemos que nuestro voto cuenta y que va a ser contado adecuadamente y, es más, que vale lo mismo que el voto de Televisa, Slim o Elba Esther. Finalmente, como punto central en que descansa la dictadura de clase de la burguesía, la idea es que pensemos que el gobierno surgido de las urnas representa a toda la nación y no los intereses de una clase en particular. Por todo esto, a la burguesía no le importa tanto quién gane, sino que se participe en las elecciones; incluso, resulta un negocio más rentable si las elecciones son más competidas, si despiertan el interés de una gran masa de “ciudadanos” y si la nación entera se encuentra en vilo esperando los resultados.
Con todo esto se distrae la atención de lo fundamental en la política: la transformación de las relaciones sociales de producción vigentes, que implica necesariamente la construcción de un nuevo poder o de un “Estado de nuevo tipo”. No es que las elecciones no sean parte de la política, pero hay que recalcar que son un espacio secundario, pues lo importante es construir un nuevo poder desde cada uno de nuestros centros de trabajo, escuelas, comunidades, etcétera. No es que en la escena electoral no haya diferencia alguna entre los candidatos, sino que ésta es de matices, y los revolucionarios no queremos simplemente cambiar de dueño, sino relevar a la burguesía en su conjunto, transformar a los trabajadores en nueva clase dirigente e iniciar la construcción del socialismo como un camino seguro para eliminar al Estado.
A estas tareas fundamentales llama el Partido Comunista de México. No despreciamos el reclamo democrático, pero decimos que se cumplirá sólo si trabajamos en la dirección señalada por estas tareas propias de la revolución proletaria. Por eso, a todos los que sinceramente aspiran a una sociedad más democrática, a una nación gobernada por la mayoría en provecho de la inmensa mayoría, les decimos claramente: Organícense y luchen junto a su clase, asuman el programa histórico de la clase trabajadora, sumen filas “con los campesinos agrarios y los obreros sindicales”. Sólo al lado del proletariado encontrarán la satisfacción de ser luchadores consecuentes, disciplinados, tenaces y efectivos. De lo contrario, todas las energías sociales seguirán encauzadas en la dirección prevista por el régimen o se disolverán en la frustración o el eterno esperar que el próximo sexenio sí se ganen las elecciones y la burguesía respete los resultados. Y quien así lo decida, será bienvenido como militante en el Partido Comunista.
Este número 2 de nuestro 30-30 tiene un objetivo específico, además de la reflexión en torno al Estado, al poder, a la democracia y a las elecciones. Queremos mostrar cómo el Partido va acercándose más y más a los trabajadores y al resto de los sectores populares, de una manera concreta, viva, segura, a través de las luchas gremiales y sectoriales, para sintetizar experiencias y extraer lecciones de cada victoria o derrota. En este número hablan los trabajadores, luchan las mujeres, los amigos del Partido dan su palabra y los estudiantes ponderan los resultados de sus movilizaciones.