En el transcurso de algunos meses, se han avivado los conflictos sociales en el estado de Michoacán, particularmente los que tienen que ver con la educación pública, al respecto vale la pena analizar algunas generalidades y comprender su naturaleza, para así comprender su dimensión.
El gobierno de Fausto Vallejo, una apuesta por la represión
En el Estado de Michoacán, cuyo pueblo tiene una larga tradición de lucha, existe una fuerte presencia de grupos profundamente conservadores y reaccionarios, encabezada por los grupos empresariales más fuertes de la región, la iglesia católica y los burócratas de Estado, que durante décadas se han enriquecido con el corporativismo de organizaciones obreras, campesinas, estudiantiles e indígenas pero que son conducidas por y desde el Estado.
Los grupos oligarcas del Estado de Michoacán, los mismos que trataron de anular la elección designando ellos mismos un candidato único, impusieron a los partidos políticos una agenda a cumplir, y ahora presionan al gobernador priísta para hacerlo. Es evidente que existe la intención de abrir espacios de acumulación abatiendo las conquistas populares, y combatir políticamente a las clases explotadas, reduciendo sus espacios de organización política.
No es ocioso recordar que el Estado mexicano, en general, ha sido experto en la cooptación política de grupos inconformes provenientes de la clase trabajadora y otras clases explotadas, ofreciendo dádivas y concesiones a cambio de desmovilización. Han sido muchas las organizaciones que en México han mordido ese anzuelo y han abrazado la cómoda amistad con el gobierno, para obtener beneficios económicos, a cambio de su independencia e iniciativa política; el resultado a corto plazo es en apariencia favorable a las clases explotadas, pero en un plazo más largo podemos observar que tras la pérdida de la independencia política, viene la pérdida de las conquistas de carácter económico.
En tiempos de crisis, cuando el capital tiene problemas para obtener las ganancias deseadas, la burguesía suele hacer un recuento de cuánto gasta en mantener el orden político respetando las conquistas sociales, y dentro de esa revisión, se pregunta ¿cuánto de ese dinero es estrictamente necesario gastar, y cuánto podría ahorrarse? Para eso, la burguesía, cada determinado tiempo requiere de medir la fuerza política de los explotados, para así retirar aquello que pueda ahorrarse y conceder sólo aquello que tenga por precio el orden.
Tras ocho años de gobierno perredista, el Estado logró cooptar y desmovilizar a organizaciones históricas de lucha, y en medio de la crisis, la estrategia de la oligarquía michoacana ahora apoyando al PRI, es clara:
- Utilizar la economía ilegal vinculada al tráfico de drogas y armas, para promover la generación de grupos paramilitares que confronten a las comunidades y ejidos que estén dispuestos a defender sus recursos naturales, como en el caso de la comunidad indígena de Cherán o Zirahuen, por mencionar algunos.
- Provocar y confrontar a las organizaciones estudiantiles para criminalizar su modo de vida y sus métodos de lucha, tratando de golpearla, en principio por los eslabones más fuertes, la Normal de Tiripetío y la Coordinadora de Universitarios en Lucha.
- Utilizar a los medios de comunicación para generar campañas de desprestigio, alentando los sentimientos más retrógradas y reaccionarios como lo son la xenofobia, el racismo y la pasión por el orden a toda costa.
- Utilizar hasta donde sea posible los cuerpos policiacos estatales y municipales, los cuales actúan en coordinación con grupos paramilitares, y de ser necesario mandar traer fuerzas federales tanto policiacas como militares.
El gobierno de Fausto Vallejo, quiere respaldar la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto, convenciendo de que es el PRI, el partido que tiene la capacidad efectiva de reprimir sin miramientos a los rebeldes, garantizando así mejores condiciones de inversión para el gran capital, por lo que las acciones represivas no le representan el llamado “costo político” al gobierno, puesto que al complacer a la burguesía, ésta misma se encarga de darle promoción a la represión y de compensar a sus ejecutores con mayor presencia en los medios de comunicación; tal como lo hicieron con Enrique Peña Nieto después de ordenar la detención masiva, la tortura, la prisión injustificada, la violación de mujeres y el asesinato de dos jóvenes en San Salvador Atenco.
La lucha por la educación
Algunas de las conquistas más significativas en la lucha del pueblo michoacano se han cristalizado en proyectos educativos, tanto en su promoción como en su defensa, tal es el caso de la Normal Rural Vasco de Quiroga de Tiripetío y la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Ambas instituciones han albergado desde hace tiempo a un sinfín de luchadores sociales quienes tras estudiar, han podido utilizar sus conocimientos para convertirlos en herramientas de lucha popular. Naturalmente ese no es el propósito del Estado mexicano cuando propone, elabora o financia una institución de educación pública, cuyo propósito lógico es fortalecer ideológicamente al Estado y dotarlo de cuadros intelectuales y técnicos capaces de desempeñar funciones de administración y dirección en la burocracia del mismo y de las empresas capitalistas.
La reacción michoacana, pugna constantemente y presiona por la eliminación de las grandes conquistas sociales del pueblo, pugna por ejemplo por la privatización de los bosques, lagos y costas, así como por la desaparición de todo aquello que en materia educativa se ha ganado. No podemos obviar que parte de esa presión está encaminada a desaparecer la Normal de Tiripetío y los albergues estudiantiles de la UMSNH, pues eso permite que estudiantes de extracción obrera y campesina, se reúnan, se organicen, y desde ahí, defiendan los intereses de su clase en las escuelas y universidades. No es secreto de nadie, que las recomendaciones del Banco Mundial al respecto de la educación superior, sugieren la eliminación de cualquier concepto de Universidad de masas y con facilidades para los estudiantes de menor ingreso.
Es por ello que son justamente los estudiantes de extracción obrera, campesina e indígena, quienes suelen utilizar los albergues estudiantiles, y han sido ellos mismos quienes han defendido el carácter público y gratuito de la educación. La reacción michoacana, emprende constantes campañas de desprestigio en contra de los moradores de los albergues estudiantiles, alentando a la población de Morelia a rechazar con argumentos racistas y xenófobos a quienes los utilizan, arguyendo que “los morelianos no tienen porqué mantener a estas personas”. Así pues, no es raro que la represión se haya desatado justo cuando los estudiantes pedían se les facilitaran medios para promover, en las comunidades y pequeñas localidades del interior del estado el ingreso a la Universidad; ¡Vaya delincuentes aquellos estudiantes que querían convencer a otros jóvenes de estudiar! Exclama al unísono la reacción.
Así pues, los grandes capitalistas, y los burócratas corruptos, responsables de la pobreza de millones de personas, quienes se pasean en autos de lujo y tiene en propiedad varias casas habitación, son quienes se consideran en la calidad moral suficiente para juzgar excesivo el gasto que hace el Estado para financiar albergues en donde los estudiantes duermen hacinados en literas con condiciones en donde estudiar eficientemente es una proeza.
Ante esta situación, el gobierno de Fausto Vallejo ha intentado deshacerse de este que es un gran problema para los grupos oligarcas locales -la existencia de grupos grandes de estudiantes de extracción popular, con posibilidades de organizarse y proclives a la rebelión- lanzando un feroz ataque en contra de los moradores de las casas del estudiante. La defensa de dichas casas, y la exigencia de la libertad de los presos políticos fue abanderada principalmente por los propios moradores, por organizaciones de izquierda, conscientes del valor que tienen los mismos en la defensa de la educación pública, y por la población de las comunidades indígenas de Michoacán, conscientes de que al desaparecer los mismos, prácticamente serán excluidos sus hijos de la posibilidad de estudiar en la UMSNH.
La oligarquía local, por su parte, al ser quien controla los medios de comunicación, se ha encargado de defender la política represiva de Vallejo, incluso pidiéndole más represión, y confundiendo a la población de la capital michoacana para, cuando menos, neutralizarla en el conflicto, sembrando la idea de que los moradores estudiantes son una especie de invasión bárbara de “fuereños” y campesinos cuyos hábitos no son bienvenidos en una ciudad declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, y para la cual existen grandes proyectos de inversión turística.
Así como está en la agenda de la oligarquía local el abatir las viejas demandas populares, está muy claro que mucho menos están dispuestos a otorgar nuevas conquistas, lo cual explica la terrible cerrazón con la cual se ha conducido el gobierno de Fausto Vallejo para dar solución a las demandas de los estudiantes de la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán (UIIM), quienes, han denunciado, padecen de la ancestral discriminación en contra de sus comunidades, al darles como opción educativa una Universidad sin equipamiento, sin instalaciones adecuadas, y ni siquiera un servicio regular de agua potable, convirtiendo en los hechos su derecho a la educación en una burla, forzándolos a aceptar que la que puedan recibir será de tercera categoría.
La resistencia no cede
Como contraparte a la organización y propuestas de la burguesía, surge la organización de los oprimidos, logrando en muchos sentidos unificar y concientizar con mayor fuerza a quienes son, de una forma u otra, víctimas del capitalismo.
Así pues, el 1 de Mayo en Morelia, marcharon codo a codo los obreros, maestros, organizaciones políticas y sociales, así como estudiantes y comuneros, defendiendo cada uno sus banderas pero al mismo tiempo solidarizándose y comprendiendo las demandas de los otros sectores.
La lucha por la defensa de los albergues estudiantiles y por la libertad de los presos políticos, la han dado de manera simultánea no sólo los estudiantes agrupados en la CUL, sino también, aquellos que, aún teniendo diferencias políticas con la misma, comprenden que un golpe en contra de la organización popular y contra la libertad, afecta los intereses de su clase; así, el clamor por la libertad de los presos vino de la comunidad estudiantil, pero también de grupos de campesinos y comuneros indígenas, quienes defienden el hecho de haber sido ellos, a través de varias generaciones, quienes lograron la existencia de dichos albergues. Lo mismo ocurre con los estudiantes de la UIIM, quienes llevan a cabo su lucha haciendo partícipes de la misma a las comunidades indígenas de la región, invitándolos a apropiarse en conjunto y a través de la lucha, de un proyecto educativo para conducirlo de acuerdo a sus verdaderos intereses, y no a los que el Estado les ha impuesto.
Todas estas lecciones son importantes en la historia pues es así como poco a poco se van conformando los bloques que disputan el poder en la lucha de clases, por lo que mientras la burguesía busca actuar cohesionadamente para reprimir, el pueblo trabajador, aprende a conocerse y a marchar en la misma dirección, identificando de manera conjunta a su enemigo.