En la actualidad resulta muy importante reivindicar el 8 de marzo como el día internacional de la mujer trabajadora, sobre todo ahora que las voces de la reacción y de la burguesía pretenden ocultar el verdadero sentido de esta reivindicación, llamándolo simplemente el día de la mujer. Con esto equiparan este día de lucha a una mera celebración que es ocasión para regalar flores y posicionar políticamente a mujeres que sirven a intereses contrarios a los de la mayoría de las mujeres trabajadoras. Resulta detestable que personajes como Josefina Vázquez Mota, Elba Esther Gordillo, Marta Sahagún, Luisa María Calderón, quienes son parte del aparato de explotación y opresión de millones de hombres y mujeres trabajadoras, sean quienes pretendan capitalizar a su favor la sangre derramada por las mujeres que desde su trinchera han luchado por un mundo más justo y equitativo.
No podemos pasar por alto que la igualdad de género desde el punto de vista de la burguesía sólo pretendió incorporar a la mujer al mercado de trabajo con la finalidad de elevar sus ganancias, pues en algunas ramas industriales podían obtener el mismo trabajo pagando menos. Además, fuerzas políticas conservadoras como el PAN, en su origen, no sólo no lucharon por la igualdad de la mujer, sino que por el contrario, se aferraron violentamente a evitar su igualdad, bajo una supuesta defensa de la familia, obstaculizaron el derecho de las mujeres al trabajo, a la equidad y a decidir acerca de su reproducción y proyecto de vida en general.
La lucha de las mujeres por la igualdad viene precisamente del movimiento obrero, Marx y Engels ya planteaban que una sociedad no podía ser verdaderamente equitativa si no hasta que las mujeres fueran cabalmente libres, eliminando no solamente la explotación del trabajo sino también la opresión doméstica. Esta posición fue ampliamente trabajada por otras mujeres revolucionarias como Rosa Luxemburgo y Clara Zetkin.
A la burguesía, por su parte le convenía que las mujeres trabajaran en las fábricas y comercios, pero al mismo tiempo que su posición en la familia y en la sociedad siguiera siendo inferior a la de los hombres ¿Por qué? Simplemente porque esto abarata los costos de producción, pues de esa manera se ven en la posibilidad de mantener los salarios y condiciones laborales de las mujeres trabajadoras más baratos.
Nosotras, como comunistas, como marxistas leninistas, pensamos que la emancipación de la mujer debe ser total, pero para que así sea, debemos liberarnos tanto de la opresión machista como de la explotación del trabajo, por lo que no concebimos como libertad el hecho de que una mujer pueda transformarse en opresora, simplemente ocupando el lugar de algunos hombres en dicha función ¿Qué ganan las mujeres trabajadoras sabiendo que su opresor ahora es una mujer? Nada; nosotras no aspiramos a un mundo en donde las mujeres sean explotadoras, en donde las mujeres dirijan matones y policías que repriman tanto a hombres como a mujeres, no aspiramos a derramar nuestra sangre para darle espacio a personajes como Margaret Tatcher, Condoleeza Rice o Hillary Clinton.
Para nosotras, el enemigo es la burguesía pues son ellos y sus representantes en el poder, sean hombres o mujeres, quienes promueven la desigualdad a todos los niveles, promueven y desarrollan la explotación del trabajo, pero igualmente promueven el racismo, el sexismo, la xenofobia y la desunión de la clase trabajadora, promueven la desunión entre obreros, campesinos, pueblos originarios, entre hombres y mujeres, entre todos los que somos víctimas de la opresión. Sin embargo también es nuestro enemigo, el machismo expresado en prácticas cotidianas, prácticas que nos involucran como mujeres, trabajadoras y militantes ya que consideramos es una expresión ideológica de las condiciones de dominación y de explotación. Por esta razón luchamos contra toda forma de opresión de la mujer, no para confrontarnos con el pueblo ni con nuestros compañeros, sino insistiendo y llamando a todos los explotados y oprimidos, involucrando a nuestros compañeros en la lucha por la emancipación de la mujer, pues comprendemos y buscamos hacer comprender que esta lucha es parte de la lucha del pueblo trabajador por su liberación.
La tarea no es fácil, más allá de renegar de los rezagos machistas de los que somos víctimas, apelamos a la comprensión dialéctica de la realidad que nos permite comprender el conflicto y luchar por su superación, por lo tanto, luchamos incluso dentro de nuestra organización, para que todos nuestros camaradas comprendan la importancia del problema y colaboren para formular propuestas y líneas de trabajo político claras para ir construyendo un referente en donde las relaciones entre hombre y mujeres sean igualitarias dentro y fuera del partido, y así, poder construir desde la práctica cotidiana, desde la construcción partidaria la igualdad por la que luchamos.
Sabemos que los espacios de lucha de la mujer están inmersos en los mismos escenarios de explotación de todos los hombres y mujeres por igual. Por lo cual la construcción del socialismo debe ir encaminada a transformar las relaciones sociales entre hombres y mujeres pero también entre mujeres y mujeres, no sólo buscando un cambio del hombre hacia la mujer sino desencadenando los lazos profundos que atan a los sexos a una concepción capitalista de la mujer. No hay que olvidar que en la lucha comunista y en la lucha por la dictadura del proletariado como clase, el proletariado no tiene sexo, como lo afirmó el Ché Guevara al plantearse la concepción del hombre nuevo.
Así pues, como mujeres comunistas, promovemos la organización de la clase trabajadora en contra de la burguesía y los gobiernos que la representan, y dentro de esa lucha promovemos el involucramiento de las mujeres como elemento determinante en esta lucha contra el capitalismo. Luchamos por las reivindicaciones históricas de las mujeres, sea cual sea su condición. Para nosotras las obreras de la maquila, las amas de casa, las estudiantes, las mujeres de las comunidades indígenas y de quienes desempeñan varias funciones simultáneamente no están exentas de relaciones de clase y precisamente en esta unidad común es dónde podemos luchar juntas contra aquello que genera nuestra doble condición de opresión: el capitalismo. Nuestro puño de mujer, ha de golpear firmemente a nuestros opresores, ha de llamar a la lucha por la emancipación de todas las mujeres como parte de ese camino por la liberación de todos los explotados, nuestras compañeras son todas las trabajadoras y todas las mujeres que luchan por un mundo más justo, y es junto con ellas que luchamos por la igualdad en todos los aspectos de la vida.
Es también por esto que las comunistas, mujeres y hombres, buscamos relaciones de igualdad para todos aquellos que, además de su condición de explotados, sufren las expresiones de racismo y exclusión que genera el capitalismo: como los niños, hombres, ancianos, indígenas, campesinos y estudiantes y de todos aquellos que sufren, al igual que las mujeres, algún tipo de opresión. Como mujeres comunistas, no buscamos cambiar un sufrimiento por otro, ni una explotación por otra, por eso no aceptamos la posibilidad de un socialismo sin igualdad entre hombres y mujeres, pero tampoco aceptamos la falsa ilusión de que la igualdad sea posible en el capitalismo.
A nosotras no nos inspiran las esposas de los burgueses, ni las burguesas, no nos inspiran las primeras damas ni las aspirantes presidenciales de un estado opresor, nos inspira Rosa Luxemburgo, Arlen Siu, las guerrilleras de las FARC, las mujeres de las comunidades que luchan por su liberación y contra el militarismo, las obreras que se organizan y luchan, ellas son para nosotras la delantera en la lucha contra el machismo y la explotación.
¡HASTA LA VICTORIA… SIEMPRE!
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES…UNÍOS!
MUJERES DEL PARTIDO COMUNISTA DE MÉXICO